lunes, 16 de septiembre de 2013

Úrsula Sladek: El ama de casa que 'energizó' una revolución verde alemana


Esta menuda mujer encabezó una revolución ciudadana para liberarse de las garras de una compañía de electricidad en Alemania. Una gesta que perfectamente se puede llevar a cabo en cualquier país de Latinoamérica, donde sufrimos el mismo flagelo.

Úrsula Sladek es una ex profesora sin ninguna experiencia para manejar un negocio, que se ha convertido en una figura insólita como la cabeza de una importante planta de energía.

Su empresa, el Suministro de Energía Schonau (EWS por su nombre en alemán) –fundada en las colinas de una ciudad remota alemana- no es un típico proveedor de electricidad.

Fundada por Sladek y unos amigos en 1991, EWS es una cooperativa ciudadana que suministra a 120,000 casas en Alemania usando solo energía sustentable.



Después de la explosión nuclear en Fukushima y el compromiso de Alemania de finalizar con su dependencia sobre la energía nuclear durante la próxima década, EWS está disfrutando el impulso de su demanda de energía, y espera proveer a un millón de casas en 2015.

Nada mal para una autodenominada ama de casa, quien dejó de utilizar la electricidad del proveedor de energía a escala nacional.

La historia de Sladek comienza en 1986, tras el desastre de Chernóbil. Aunque su casa en Schonau estuviera a más de 2,000 kilómetros de distancia de la explosión del reactor nuclear, los rastros de radiación lograron infectar la vida silvestre local.

“Al principio pensamos: ¿Qué comerán los niños? ¿Podrán jugar al aire libre?”, recuerda. “Y todavía tenemos esto, cuando entras en el bosque, las setas todavía están contaminadas; el jabalí todavía está contaminado... 25 años después del Chernóbil, la radiación aún sigue".

Sladek, una madre de cinco hijos, construyó una organización llamada Padres para un Futuro Nuclear Libre que promueve la preferencia de las energías renovables a la energía nuclear.

En ese entonces, Sladek creía que KWR, la empresa encargada de proveer energía eléctrica a su ciudad, podría ser motivada a invertir en fuentes renovables y ayudar a la gente a reducir su dependencia de energía eléctrica.

Pero se equivocó.

“Ellos nos dijeron: ‘¿Ustedes quieren ahorrar electricidad? Bueno, pues nosotros nos dedicamos a vender electricidad. Es nuestro trabajo. No les ayudaremos’”. Aprendimos que ni el gobierno ni las empresas eléctricas harían algo al respecto.

Fue precisamente esta respuesta lo que motivó a Sladeck y a su equipo a tomar el siguiente paso.

“Nunca habíamos pensado en crear una empresa que haría lo que hacemos ahora”, dice Sladeck. “Su actitud fue lo que nos motivó”.

Así, cuando la licencia de KWR para operar la planta tuvo que ser renovada en 1991, Sladeck y su grupo crearon su propia empresa eléctrica y lanzaron una petición locar para convencer al ayuntamiento de la ciudad y a la gente para dejar que la operaran como una cooperativa.

Después de varios años de batallas legales, en 1997, EWS había recaudado el suficiente dinero, unos tres millones de dólares, para comprar el contrato para proveer a Schonau con electricidad que no proviniera de la energía nuclear.

Repartida entre unos 1,000 ciudadanos, la compañía obtiene la electricidad de fuentes renovables, principalmente de plantas hidroeléctricas, pero también de paneles solares y de turbinas eólicas.

¿Pero los clientes de EWS tienen que pagar de más por este tipo de energía? No. De hecho pagan menos, de acuerdo con Sladeck.


“Ofrecemos electricidad incluso más barata que las compañías que abastecen a sus clientes con energía nuclear o proveniente del carbón”, explica.

“Esto es porque nosotros no queremos ganar la mayor cantidad de dinero posible como los demás. Claro que tenemos que ganar algo porque hay muchas personas que trabajan con nosotros… Simplemente no queremos ganar desmesuradamente”.

Efectivamente, los accionistas de la compañía reciben pocos dividendos, pero el resto se invierte en nuevos proyectos de energía renovable así como en capacitación y en apoyar a quienes buscan administrar una empresa como la de ellos.

Es por estas razones que Sladek fue galardonada con el premio Goldman al Medioambiente en abril de 2011, que es también conocido como el “Nobel del medioambiente”. No muchos de los magnates de la energía pueden presumir eso.


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