Por medio de audiodescripción las personas ciegas pueden acceder a los detalles de una película.
Stefanía Gómez llega de afán junto a su perra Katia al cine. También la acompañan sus amigos de infancia, Gabriela y Daniel. Aprietan el paso para hacer la fila, que es un poco larga, y recibir, a cambio de un documento de identidad, unos audífonos con una caja negra (receptor) donde se puede subir y bajar el volumen.
Stefanía y Daniel son ciegos y están a punto de entrar a presenciar ‘Alicia en el país de las maravillas’ de Tim Burton. Y junto a ellos, un gran grupo de personas con diferentes tipos de discapacidades, como sordos, o gente en sillas de ruedas, expectantes por ser parte de ese espacio creado para ellos: ‘Cine para Todos’, una iniciativa del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y la Fundación Saldarriaga Concha en alianza con Cine Colombia.
Katia, la perra lazarillo, guía a los tres jóvenes al interior de la sala, que a las 10:30 de la mañana está llena, hay más de 150 personas. Adentro las personas se apresuran a acomodarse en sus sitios, llegan las bandejas con los combos de crispetas y gaseosa, las sillas de ruedas las ponen a un lado del pasillo, muy cerca de la pantalla. Se observa a un grupo comunicándose con señas en la parte alta del lugar, mientras que más abajo las personas no videntes están todas listas con sus audífonos puestos.
De repente, las luces se apagan. Empieza la función.
Una voz de mujer, suave y profunda empieza a describir el inicio de la película desde que sale el logo de Disney. “Un castillo iluminado por fuegos artificiales, nubes rosadas, un río...”, relata la voz.
Stefanía está sentada en primera fila, a diferencia de la mayoría de personas que van al cine y prefieren los puestos más alejados de la pantalla, para ella la ubicación es lo de menos. Tiene la gaseosa sobre la falda, mientras que su amiga le pone la mano sobre las crispetas para que ella sepa donde encontrarlas. Katia, juiciosa, se ubica a sus pies.
Hay tanta gente en la sala, ahora 219, que los organizadores suspenden la película para pedir que cedan las sillas a las personas con discapacidad.
A medida que transcurre el largometraje, lleno de acción y detalles visuales, la voz procura no perder los pormenores de la aventura de Alicia, esa chica rubia, que crece, se encoge, que lucha contra una reina malvada y cabezona; y que, además, debe salvar a su amigo el Sombrerero.
Stefanía sonríe, se nota que está disfrutando. Entre bocado y bocado de crispetas ubica a Katia y le dice: “Princesa, ven, toma, toma” y le convida de lo que come a su perra lazarillo.
Y junto a Stefanía muchos se estremecen con los altos y bajos de la historia que con la descripción de la atmósfera y la imaginación no se pierden ni un fragmento de las hazañas de Alicia.
La función culmina y los asistentes abandonan contentos el lugar, sonríen y comentan. Leonardo López, invidente y desde su silla de ruedas dice que le pareció “bonita” la película, “la descripción muy bacana, cuando uno se concentra entiende mejor las cosas”, cuenta este joven de 23 años. Asimismo dice Giovanni Torres, “si uno le pone cuidado es como si estuviera viendo la película”, este hombre invidente y con parte de su pierna derecha amputada asegura que quiere volver.
Las funciones, que son gratuitas, se realizan los segundos y cuartos sábados de cada mes en Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga. La invitación al cine no cubre el consumo de la confitería, sin embargo hay un combo especial por 1.500 pesos que trae una gaseosa pequeña y unas crispeta del mismo tamaño. Esta iniciativa corre hasta diciembre de 2013.
Manuel Obando de 16 años es uno de los más emocionados al salir de la sala, habla con todo el mundo, comenta lo que piensa sobre la película, “muy chévere, me encantó, quiero más”, dice este chico, que junto a otros tres compañeros de la fundación para ciegos a la que pertenecen, forman parte y disfrutan de este espacio pensado en ellos.
Para Stefanía que nació sin su sentido de la vista, la audiodescripción la transportó al país de las maravillas junto con Alicia. “Es un trabajo difícil porque en estas películas pasan mil cosas en un segundo y pienso que hacen lo mejor que pueden”, refiriéndose a AT Medios, la empresa encargada de lograrlo.
Guillermo Torres, presidente de AT Medios, cuenta que se demoraron cinco días en terminar la audiodescripción de ‘Alicia en el país de la maravillas’, “por la dificultad de las imágenes, tantos detalles, animalitos, tomó más tiempo”, explica. Pero en películas con menos contenido visual suelen tardar dos o tres días. AT Medios, que fueron instruidos en Estados Unidos, cuenta con un equipo de dos guionistas, dos ingenieros en sonido, un locutor y dos personas encargadas del control de calidad que son invidentes.
Stefanía cree que estos espacios son “motivantes” donde además pueden conocer a personas que están en las mismas circunstancias y compartir sus historias de vida. Sentada en una silla de un café del cine, con sus gafas de estilo moderno de un color café caramelo, continúa conversando sin dejar de lado su sonrisa y añade a su diálogo, “yo voy al cine desde siempre, pero una cosa que yo nunca he logrado asumir relajadamente es el hecho de que tengas que estar acompañada por una persona que no puede dedicarse a ver la película y estar tranquila y feliz, sino que me la debe contar, entonces, esa parte me parecía aburrida”, cuenta.
Luego de esto, Stefanía se levanta, se despide y se aleja del lugar. Se dirige a la peluquería porque se quiere arreglar y ver bonita porque en la noche tiene su fiesta de graduación, en la que recibirá su título de psicóloga profesional.
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