Por Juan Carlos Rueda - Especial para EL HERALDO
vamosenmovimiento@gmail.com - @vamosmovimiento
Igual que cuando enviamos un mensaje de texto, una foto o un trino desde nuestro celular, un solo clic bastará muy pronto para marcar la diferencia entre la vida y la muerte, gracias a la inventiva de un grupo de desarrolladores informáticos barranquilleros que aceptaron el reto lanzado por varias entidades para solucionar con nuevas tecnologías viejos problemas sociales.
Desde hace algunos años, Colombia ha venido sufriendo un flagelo que parece incontrolable a pesar del inmenso dolor causado a miles de familias. Es el llamado ‘paseo de la muerte’, que se presenta en dos modalidades.
La primera es la negligencia de algunos funcionarios de clínicas y hospitales que se niegan a atender a pacientes que llegan a la sección de urgencias.
Los rechazan porque no están afiliados a ninguna entidad de protección en salud o porque no están al día en sus pagos. Aquí es donde surge la sabiduría popular para denominar la sigla EPS de dos maneras crueles, pero ajustadas a la realidad. 1: Es Para Sufrir. 2: Enfermo Para Siempre.
Es que hay funcionarios a quienes no les importa que la vida de ese ser humano penda de un hilo, que esté desangrándose después de un accidente de tránsito, o de recibir diez balazos o que simplemente sufra de un ataque de asma o epilepsia. No. Si no pasa primero por caja a garantizar con dinero la atención que requiere, se muere a las puertas del centro hospitalario ante la mirada indolente de muchos, incluso de algunos médicos, que de esta manera mandan el juramento hipocrático al mismísimo carajo. No hay principios éticos o leyes que les obliguen a cumplir con su deber.
Si lo anterior es absolutamente imperdonable, la segunda modalidad del ‘paseo de la muerte’ es verdaderamente horrenda, criminal, solo concebible por parte de seres ruines a quienes únicamente les importa llenarse los bolsillos al tiempo que llenan tumbas en los cementerios.
Cuando ocurre un accidente de tránsito en cualquier calle o carretera es normal ver que llegan hasta seis ambulancias al tiempo. Cualquiera diría que son muy eficientes y rápidas, que rompen los límites de velocidad y sortean mágicamente los trancones de tráfico para cumplir con el sagrado deber de salvar una vida. Eso sería lo lógico, lo normal en cualquier sociedad con principios o fundamentos humanísticos.
Lo que muchos ya saben es que esas ambulancias, que deberían representar la diferencia entre la vida y la muerte, justamente se han convertido en el pasaporte más seguro hacia el cementerio.
El objetivo de quienes las conducen y de los paramédicos que van a bordo es uno muy distinto: convertir a esa persona accidentada en una vulgar mercancía para venderla al mejor postor, en este caso, al centro hospitalario que pague la mayor comisión por ese paciente que, a partir de su desgracia se convierte en un codiciado objeto de subasta.
¿En qué consiste este oscuro negocio?
El Seguro Obligatorio A Terceros, conocido por la sigla Soat, creado por la Ley 33 de 1986, es el que ha generado este turbio negocio.
En la vigencia actual, esta carta de protección garantiza la suma de $15.725.000, equivalentes a 800 salarios mínimos diarios legales vigentes para atención médica a las víctimas de accidentes de tránsito. Y es triste que eso sea lo que vale cada paciente. Lo que ha despertado la codicia y ha dado lugar a que algunos conformen una red que otorga comisiones por cada persona que lleven a sus instalaciones.
Creatividad barranquillera para acabar el flagelo
Los integrantes del colectivo tecnológico Viatrans, acompañados por la viceministra TIC, María Isabel Mejía Jaramillo; la directora de Gobierno en Línea, Johanna Pimiento; el director de Políticas y Desarrollo del sector, Albeiro Cuesta; Carlos Castañeda, de Wayra, y Henry Forero, del Banco Mundial.
Santander Olivero es un barranquillero graduado en ingeniería electrónica y de telecomunicaciones de la Universidad del Cauca, y está al frente de un equipo de jóvenes raizales de la capital del departamento del Atlántico, reforzados por un ingeniero jamaiquino. Ellos conforman el grupo Viatrans, que el pasado 20 de agosto ganó entre 200 participantes de todo el país la convocatoria Co Crea Colombia, que hicieron el Banco Mundial, el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Colombia, Mintic, y la ONG Wayra, en el Hackatón 2013, orientado a impulsar iniciativas para la estructuración de ciudades inteligentes.
Olivero, quien es instructor del Sena hace varios años, unió su experiencia a la de los ingenieros de sistemas Eduardo Escobar y Philip Ragan; Giselle Tornay, diseñadora gráfica; Orlando Almario, diseñador multimedia, y Jorge De la Hoz, creativo publicitario, para desarrollar el Sistema Integral de Gestión de Ambulancias, SIGA, un software sofisticado pero a la vez muy sencillo de usar, basado en plataforma open source o de código abierto, que permite blindarlo contra posibles intentos de hackeo.
Cuando se publicó la convocatoria el pasado mes de mayo, asumieron con entusiasmo el reto de crear una solución informática que no solo les permitiera ganar el concurso sino que realmente fuera útil a la gente que sufre por la falta de atención médica inmediata.
Durante dos meses se dedicaron a trabajar hasta dieciocho horas diarias, llegando incluso a amanecer en el centro de trabajo que armaron con los equipos personales, sacando escaso tiempo para ir a su casa a bañarse, cambiarse y volver a la faena.
Incurrieron en errores y muchas veces estuvieron a punto de darse por vencidos pero una madrugada de esas, al salir de la oficina, fueron protagonistas de un caso que les motivó a trabajar con más ahínco.
Testigos de excepción
“A una cuadra de nuestro lugar de trabajo, un automóvil atropelló a un motociclista, cuenta Eduardo Escobar. Nos acercamos y al ver que no había quien atendiera la situación llamamos por celular a la policía para que enviaran una ambulancia, pero el agente que nos atendió empezó a hacer una serie de preguntas y a pedir detalles del accidente, lo cual hizo que se perdieran varios minutos muy valiosos, durante los cuales el herido permaneció tirado en el pavimento.
Cuando por fin aceptó mandar una ambulancia, aparecieron cuatro que empezaron a pelearse el paciente para llevarlo a la clínica que más les convenía. Nos sentíamos impotentes al ver esta situación, pensando en lo fácil que sería con nuestro sistema, con el que basta pulsar una tecla para que se active el operativo de contingencia”.
¿Cómo funciona SIGA?
Utilizando esta aplicación, el usuario puede solicitar una ambulancia por su ubicación satelital con un solo clic desde su teléfono celular, consultar datos del vehículo, visualizar en el mapa la ubicación de la ambulancia más cercana y el tiempo estimado para su llegada al lugar del accidente o residencia del paciente que requiere atención. Además, realizar consultas y reportar quejas de ambulancias en servicio.
Como el sistema interactúa con la red hospitalaria y las empresas operadoras de ambulancias, simultáneamente, la más cercana de estas recibe a través de su pantalla digital la indicación del lugar al que se debe dirigir a recoger el paciente y el recorrido sugerido. Al llegar al sitio, el paramédico ingresa los datos y el estado del paciente y, automáticamente, el sistema le indica cuál es el centro asistencial más cercano que estará esperando con todo preparado para atenderle.
A su vez, el hospital recibe imágenes, reporte del grado de complejidad del paciente que va en camino, ubicación de la ambulancia y tiempo estimado de llegada, dándole el tiempo suficiente para preparar todo lo necesario con el fin de brindarle atención eficaz a su llegada.
Igualmente, tiene la posibilidad de actualizar permanentemente su disponibilidad de camas, unidades de sangre, suero antiofídico y la información de reportes hospitalarios solicitados por el Centro Regulador de Urgencias y Emergencias, CRUE, en tiempo real.
Así, pues, ya no estaremos expuestos a que nos embarquen en una carroza funeraria disfrazada de ambulancia, que en vez de llevarnos al centro asistencial más cercano, nos someterá a un tortuoso y dantesco recorrido de varios kilómetros, rumbo a la clínica que, en vez de salvarnos la vida, le pagará una jugosa comisión con el propósito de apoderarse del botín representado en el SOAT.
Es importante destacar que el área de sistemas y modernización y la Secretaría de Salud del Distrito de Barranquilla brindaron apoyo con valiosa información para que esta útil aplicación estuviera ajustada a la realidad de la red hospitalaria local y a la disponibilidad de ambulancias.
También la alcaldesa Elsa Noguera manifestó su beneplácito con este nuevo logro del talento barranquillero. Solo falta que se concrete la implementación del sistema en la ciudad y el país para librarnos de este flagelo, contra el cual no ha podido ninguna ley ni disposición oficial, policial ni judicial.
Ojalá sea así y no ocurra que cuando este grupo de jóvenes desarrolladores de tecnología viajen a Londres dentro de un mes, invitados por el Banco Mundial a una rueda de negocios con empresarios de todo el mundo, algún inversionista visionario compre la patente y nos toque importar la solución a un precio sumamente alto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario