Invento revolucionario de un brasilero que beneficia a millones de hogares pobres...¡y no cobra un centavo por ello!
Alfredo Moser, con su sencillo invento que está
iluminando millones de hogares pobres en el mundo.
Como decía mi abuela, "desde que el mundo es mundo, ha habido más gente buena que mala". Esto me viene a la mente cuando veo tanto invento inútil, que solo genera dependencia o crea necesidades innecesarias, o solo sirve para la destrucción, pero mucho dinero a sus creadores.
Y los comparo con lo que hacen personas altruistas que se enfocan solo en beneficiar a la humanidad. Una de esas personas, ingeniosas y generosas, es el brasilero Alfredo Moser, curiosamente tocayo de Alfredo Nobel, el inventor de la letal dinamita, un maestro de escuela jubilado que ha creado "la bombilla de los pobres", un sistema simple, elemental, que además permite alargar la vida útil de las botellas PET, que tanto daño causan a la naturaleza puesto que necesitan más de mil años para biodegradarse.
Este invento no solo ilumina hogares pobres
sino que ayuda a reciclar y reutilizar las
botellas PET, que tanto contaminan el planeta.
La invención de Alfredo Moser está iluminando al mundo. En 2002, a este mecánico brasileño “se le prendió el bombillo” y se le ocurrió una manera de iluminar su casa durante el día sin electricidad, usando únicamente botellas de plástico llenas de agua y un poquito de cloro.
En los últimos años, su idea llegó a diferentes partes del mundo. Y se tiene previsto que su sistema se implemente en dos millones de hogares a finales de 2014.
¿Cómo funciona?
Por refracción de luz solar, explica Moser, al tiempo que llena una botella plástica de dos litros. “Hay que añadir dos tapas de cloro para evitar que el agua se ponga verde (con algas). Mientras más limpia esté la botella, mejor”, añade.
Millones de en ahorro y sobre todo menos
contaminación,se logran con el sencillo invento
de Alfredo Moser, que, aunque parezca increíble,
lo ha donado a la humanidad.
Envolviendo su cara en un trapo, abre un hueco en una de las tejas del techo con un taladro y, de abajo hacia arriba, mete la botella en el orificio recién hecho. “Fijas la botella con resina de poliéster. No hay goteras, ni siquiera cuando llueve, no cae ni una gota”.
“Un ingeniero vino y midió la intensidad de la luz. Depende de cuan fuertes sean los rayos de sol, pero equivale más o menos a 40 o 60 vatios”, comenta.
Un verdadero paraíso para vegetarianos |
¡Y se hizo la luz!
La inspiración para la “lámpara Moser” le llegó en 2002, durante uno de los frecuentes apagones que ocurren en el país.
“Los únicos lugares que tenían electricidad eran las fábricas, no las casas de la gente”, dice refiriéndose a la ciudad en la que vive, Uberaba, en el sur de Brasil.
Moser y sus amigos empezaron a preguntarse qué podrían hacer en caso de que se presentara una emergencia como, por ejemplo, que un avión pequeño sufriera un accidente y perdiera altitud, imaginando que no tuvieran fósforos.
Su jefe en aquel momento sugirió utilizar una botella de plástico vacía, llenarla de agua y utilizarla como un lente para que los rayos de sol cayeran sobre grama seca. El fuego resultante podría servir para dar aviso a los equipos de rescate.
La idea se le quedó a Moser en la cabeza, y empezó a hacer pruebas, llenando botellas y haciendo círculos de luz refractada. Poco tiempo después, su invento estaba terminado.
Así se montan las botellas con agua y cloro.
Generan hasta 60 vatios, suficientes para iluminar
una habitación mediana durante el día.
“No hice ningún dibujo con su diseño”, cuenta el brasileño. “Es una luz divina. Dios nos dio el Sol a todos, así que la luz es para todos. Quien quiera usar mi sistema de iluminación, ahorra dinero. No vas a electrocutarte con esto y no te cuesta ni un centavo”.
El placer de ayudar
Moser instaló lámparas hechas de botellas en las casas de los vecinos y en el supermercado local.
Aunque se gana algunos dólares por la instalación de su invento, es evidente, por la sencilla casa en la que vive y el auto que conduce (de 1974), que su invención no lo ha hecho rico. Y esto lo llena de orgullo.
“Hubo un hombre que empezó a utilizar las botellas en su hogar y, en un mes, ahorró suficiente para pagar por las cosas básicas que necesitaba para su hijo, quien estaba a punto de nacer. ¿Puede creerlo?”, dice.
Tienda de barrio en Filipinas, iluminada con la "Botbilla",
botella-bombilla inventada por Alfredo Moser.
Carmelinda, quien ha estado casada con Moser por 35 años, cuenta que su esposo siempre ha sido habilidoso haciendo cosas para el hogar, incluyendo camas y mesas de madera. Pero ella no es la única que admira la lámpara que inventó su marido. Illac Ángelo Díaz, director ejecutivo de la Fundación MyShelter, en la República de Filipinas, es otro.
Esta organización se especializa en construcciones alternativas, haciendo casas con materiales sostenibles y reciclables como bambú, llantas y papel.
“Recibimos grandes donaciones de botellas. Algunas las llenamos de barro, e hicimos las paredes, a otras les pusimos agua para hacer las ventanas”, dice. “Cuando estábamos tratando de poner más, alguien dijo: ‘hay una persona que hizo eso en Brasil. Alfredo Moser las pone en el techo’”, recuerda Díaz.
Alcance internacional
Siguiendo el “método Moser”, MyShelter, empezó a utilizar las lámparas en junio de 2011.
Actualmente entrenan a gente para que prepare las botellas y las instale, con el objetivo de generar algún ingreso.
En Filipinas, donde un cuarto de la población vive en pobreza extrema (ganando US$1 al día), y la electricidad es particularmente cara, la idea ha sido muy exitosa.
Las “lámparas Moser” se encuentran en 340.000 hogares. La idea también ha sido popular en unos 15 países más, como India, Bangladesh, Tanzania, Argentina y Fidji, Ecuador, Bolivia y Colombia.
Díaz señala que también es posible encontrar el invento de Moser en comunidades remotas que viven en islas. “Dicen: ‘Se lo vimos a otros vecinos y parece ser una buena idea’”.
Gente con pocos recursos también utiliza las botellas para aprovechar la luz que generan en pequeños cultivos hidropónicos.
Impacto inesperado
Según los cálculos de Díaz, para principios del próximo año, dos millones de hogares, unos diez millones de personas, se beneficiará con las ventajas que ofrecen este tipo de lámparas.
“Alfredo Moser ha cambiado la vida de una gran cantidad de personas, creo que para siempre”, afirma.
“Gane o no el Premio Nobel, queremos que sepa que hay muchísima gente que admira lo que hace”.
¿Se imaginó Moser alguna vez que su invención tendría tal impacto?
“No, nunca me lo hubiera imaginado. Se me pone la piel de gallina al pensarlo”, dice, mientras tiembla de emoción.
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