Mucho se ha escrito y hablado sobre la llegada del llamado “hombre blanco” europeo al continente que hoy se llama América. A este hecho se le ha llamado eufemísticamente “descubrimiento”. Otros prefieren hablar de “conquista”.
Pero creo que debería llamarse con justa razón: INVASIÓN O AVASALLAMIENTO. Y detrás podríamos agregar: trasculturización, violación de los derechos humanos, saqueo material, violación física a las mujeres nativas, imposición de cultura y religión ajenas a la cosmogonía del habitante primitivo de estos territorios. Y una larga lista de etcéteras que nunca terminaría.
Cuando se descubre algo, se le valora, se aprecia y se le cuida, sobre todo si está lleno de riquezas naturales, paisajes hermosos, fuentes de agua cristalina, tierras fértiles y, sobre todo, gente hermosa que ha vivido allí durante miles de años y ha respetado la naturaleza preservándola al máximo y solo tomando de ella lo necesario para su bienestar. Una conquista es un logro con argumentos que persuaden, enamoran y convencen, no a sangre y fuego, como lo hicieron ellos. Los historiadores mentirosos, falaces, usan el eufemismo "conquista" para disfrazar el genocidio cometido con los pueblos originarios de nuestro continente.
EN EL SIGUIENTE VIDEO SE PUEDE VER LA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA EJECUCIÓN DE TUPAC AMARU, INCA REBELDE QUE SE OPUSO AL AVASALLAMIENTO. FUE ATADO POR SUS EXTREMEDIDADES A CUATRO CABALLOS QUE LUEGO FUERON ARRIADOS Y ASÍ SE PRODUJO EL CRUEL DESMEMBRAMIENTO.
EN EL SIGUIENTE VIDEO SE PUEDE VER LA VERSIÓN CINEMATOGRÁFICA DE LA EJECUCIÓN DE TUPAC AMARU, INCA REBELDE QUE SE OPUSO AL AVASALLAMIENTO. FUE ATADO POR SUS EXTREMEDIDADES A CUATRO CABALLOS QUE LUEGO FUERON ARRIADOS Y ASÍ SE PRODUJO EL CRUEL DESMEMBRAMIENTO.
Pero de la progenie que nos llegó de España, encarnada en la mayoría de los tripulantes de la naos (naves) de Colón y quienes siguieron sus pasos, no podía esperarse sino lo que hicieron. ¿Qué más podían hacer esos seres protervos y malignos que fueron sacados de las cárceles donde purgaban largas condenas por toda clase de delitos, a quienes les condonaban la pena con tal de que vinieran a lo que llamaban la Indias Occidentales, a buscar riquezas para la quebrada monarquía de Fernando e Isabel?
¡QUÉ IRONÍA! ADEMÁS DEL DAÑO QUE CAUSARON,
SE LES RINDE TRIBUTO CON FLAMANTES ESTATUAS
Esos desalmados, que se atrevieron a afirmar que los nativos de las tierras invadidas, llamados indios por vía del equívoco, no tenían alma, no solo depredaron y aniquilaron sino que de ñapa trajeron todas las enfermedades contagiosas de la época, incluyendo las venéreas, que transmitieron a las mujeres nativas, a quienes violaban y poseían sin consentimiento ni respeto a su dignidad.
Entonces… ¿de qué celebración del día de la raza hablamos, ah? ¿De la raza invasora y depredadora o de la raza invadida, depredada y aniquilada casi en su totalidad?
Un dato que la mayoría no conoce: desde 1492, hasta la fecha, han sido aniquilados de diversa manera más de ochenta millones de aborígenes, desde Alaska hasta La Tierra del Fuego. ¿A qué hora fue eso?, se preguntarán. ¿Dónde están los cadáveres o las tumbas, las fosas comunes? La cifra es más aterradora si nos damos cuenta de que la mayoría han sido asesinados a punta de hambre, física y cruel hambre, por el desplazamiento a que han sido sometidos para quitarles sus tierras, su espacio, su aire.
Son cientos y cientos de etnias totalmente aniquiladas, muchas de ellas sin dispararles una sola bala o darles unas cuchilladas.
Y quienes han logrado sobrevivir al MÁS GRANDE HOLOCAUSTO DE LA HISTORIA, hoy viven en condiciones de extrema pobreza, muchos de ellos en la indigencia y sobreviviendo con la limosna que reciben en las calles de las grandes ciudades.
Y quienes han logrado sobrevivir al MÁS GRANDE HOLOCAUSTO DE LA HISTORIA, hoy viven en condiciones de extrema pobreza, muchos de ellos en la indigencia y sobreviviendo con la limosna que reciben en las calles de las grandes ciudades.
ASÍ HAN QUEDADO MILLONES DE INDÍGENAS:
PIDIENDO LIMOSNA EN LAS GRANDES CIUDADES
PORQUE HAN SIDO DESPLAZADOS DE SUS
TERRITORIOS ORIGINALES.
En los 522 años de la invasión, que se cumplen hoy, se ha causado más destrucción a nuestros continente que los 5.000 años anteriores.
Para no extenderme tanto, le comparto un valioso ensayo del gran médico, antropólogo e investigador Manuel Zapata Olivella, nacido en Lorica, Córdoba, Colombia, titulado “LOS HOMBRES SIN ALMAS”, que hace parte de su obra “LAS CLAVES MÁGICAS DE AMÉRICA”, publicado por la Editorial Plaza & Janés.
Los Hombres Sin Almas
Las postrimerías del siglo XV con sus viajes de circunvalación al África y descubrimiento de América, ampliarían la visión de los europeos sobre el contorno de la tierra, pero también su conocimiento de nuevas razas humanas no descritas en los relatos bíblicos, a las cuales no vacilaron en clasificar como especies antropoides, bárbaras y salvajes.
Sus ideas cortas para juzgar la naturaleza del hombre, fueron sin embargo, largas para avizorar que su navegación les brindaba nuevos reinos en donde la actividad mercantilista les facilitaría la explotación de las tierras y “bestias” recién descubiertas, fortaleciendo su dominio político y económico. Los emperadores, Papas, comerciantes y aventureros, en posesión de las mortales armas de chispa, iniciarían la nueva cruzada contra pueblos indefensos e inmensamente ricos.
La religión a cuyo nombre se habían realizado las peores guerras de rapiña en la misma Europa, y en África debía revitalizar su credo cristiano para ajustarlo a la barbarie de la esclavitud condenada por sus propios dogmas. Este papel correspondió a los teólogos, entonces los ideólogos de la Conquista. Sus pesquisas pronto les permitieron descifrar el verbo iluminado de Dios: los nuevos mundos estaban habitados por hombres sin alma. Había nacido una nueva especie humana: los colonizados. Para armonizar fe y ambición dejaron de inspirarse en las Santas Escrituras, redactando un Tercer Testamento capaz de justificar los genocidios de razas y culturas. El nuevo credo se llamó Civilización y desde entonces se divinizó el dominio que han ejercido los pueblos blancos de Europa sobre los pigmentados del mundo: negros, amarillos y pielrojas, aunque sus descendientes mestizos llevaran su propia sangre.
El mestizaje biológico y cultural, cualesquiera que hubiesen sido las relaciones de raza y clase establecidas por la Conquista, contribuyó a la formación de un fenómeno multirracial, nunca antes visto por la humanidad: la hibridación masiva impuesta por las armas de fuego y la violencia carnal.
ABORIGEN QUEMADO VIVO EN LA HOGUERA CON
EL ACOMPAÑAMIENTO DE UN SACERDOTE.
!EN EL NOMBRE DE DIOS, POR SUPUESTO!
La fase colonialista del capitalismo, pues, se caracterizó por la explotación de las fuerzas creadoras, de las riquezas y tecnologías tradicionales acumuladas por los pueblos indígenas de América, África y Asia, mediante el perfeccionamiento de la navegación, el uso de la pólvora y la revolución industrial. A consecuencia de este monopolio se creó una nueva relación económico racial: el desarrollo tecnológico para los pueblos blancos opresores y el atraso para los pueblos pigmentados sometidos.
Sin estas premisas biológicas y socioeconómicas, los supuestos que se hagan sobre clase, raza y cultura en América se reducirían a meras elucubraciones que encubren la verdadera esencia del sistema racista colonial.
Las naos de Colón, además de su cargamento de piedras preciosas, plantas y animales desconocidos, llevaron a Europa una muestra de especímenes humanos antes no vistos. La presencia de tales naturales, desnudos, de rostros lánguidos, silenciosos y pacíficos van a sembrar la duda entre filósofos, poetas y religiosos, acerca de sí los Reyes Católicos podían ejercer el derecho de destruirlos, cazarlos y someterlos a la esclavitud. La conciencia religiosa de Europa que había padecido quince siglos de persecuciones y guerras para establecer el orden cristiano, se estremece ante el hecho de que España, la nación que había rechazado el paganismo islámico con sus prácticas esclavistas y poligamias, apareciera ejercitando los mismos actos de opresión y barbarie a nombre de Cristo.
Los hechos cumplidos que siempre anteceden a los silogismos filosóficos, proporcionaron los basamentos a los teóricos del nuevo orden para justificar la conquista de los indígenas de América y el comercio de los negros de África, según ellos, aún sumergidos en la “barbarie”
La reimplantación de la esclavitud, condenada por los emperadores Teodosio (346-395) y Justiniano (483-565), se pretendió defender apoyándose en que esa práctica ya había sido establecida en los territorios descritos por Tolomeo. Tal alegato podría ser válido para el continente africano, cuya extensión y magnitud acababan de ser revelados por los portugueses Bartolomé Díaz (1488) y Vasco de Gama (1497-99). ¿Pero qué decir del Nuevo Mundo descubierto por Colón? ¿Qué antecedentes históricos justificarían que los Reyes de España y Portugal, ambos católicos, pudieran someter a esclavitud a los naturales de América?
De todo ello, lo más útil y de inmediata venta –con esos propósitos los había llevado el Almirante- eran los indios que podían ser vendidos en el acto en España, Portugal, Canarias, Italia o Sicilia donde estaban urgidos de ellos. El descubrimiento había producido más desconcierto en los soberanos y comerciantes, que claridad para explotar las tierras que se ofrecían a su codicia. Mientras se balanceaban las cuentas, apresuradamente se envía una segunda expedición, mejor financiada, con ciertas perspectivas de enriquecimiento como se deduce de que en el segundo viaje de Colón ya viajaran en las naos 1.500 hombres.
Entre la ceguera y la incertidumbre ya tomaba forma concreta el mejor negocio: la trata de esclavos de los naturales. Las medidas de la Reina, más claridosa que sus consejeros y cortesanos al atenuar las medidas de avasallamiento contra aborígenes desconocidos, revelan sus temores de dar rienda suelta a las voces que a su alrededor gritaban a coro: ¡Esclavos! ¡Esclavos!
De momento, coligió la soberana, no hablemos de esclavos sino de vasallos. Desde luego, se entendían bien las cosas. Los descubridores y conquistadores aplicaron correctamente lo que se les insinuaba: la esclavitud en Santo Domingo era una realidad. Pronto, iniciada la explotación de las minas de oro, los indios comenzaron a entender que habían perdido su paraíso, su libertad y sus vidas. Cientos de miles perecerían en menos de diez años. No era cosa para preocuparse, en el Continente se habían visto regiones bien pobladas con indígenas altos, fuertes, saludables y al alcance de sus botes. Mientras en las
Cortes se legislaba apresuradamente sobre tierras, oro, palobrasil, cédulas y mercados, en América se intensificaba la exploración de las nuevas tierras continentales y la cacería de indios para ser vendidos en la Española. El pingüe negocio tenía las características de ser privado, al margen de la legislación por calificar y frente a las autoridades silenciosas, también interesadas en la esclavitud.
Cuando al fin se promulgaron las primeras Leyes de Indias (1503), más constituyeron un velo de ocultamiento que un control a los desmanes. Los esclavos “liberados”, sin que se les quitaran las cadenas, sin devolverlos a sus lares –mas antes bien, llegaban nuevos y muchos del Continente- comenzaron a ser nominados “encomiendas”. Un eufemismo legalista que aún en nuestros tiempos no tiene significado comprensible. Las “encomiendas” como las “piezas de Indias”, para denominar a los negros, constituían algo mas que connotaciones abstractas: seres humanos explotables, vivientes, creadores, mortales, los cuales debían ser encadenados para que no huyeran; enjaulados y amenazados para que oyeran el catequismo; azotados para que rindieran más y mejor producto en el trabajo; bautizados para poderlos identificar y contar; repartidos de acuerdo con las necesidades, siempre crecientes de sus señores; erradicados de sus tierras y concentrados en las cercanías de las nuevas minas y plantaciones para mayor adoctrinarlos y sujetarlos al trabajo. En resumen, se había inventado una nueva ignominia, igual o peor que la esclavitud: la encomienda.
De esto dio testimonio valientemente un fraile, Bartolomé de Las Casas, quien convencido de que las denuncias, alegatos y protestas escritas jamás eran escuchadas en las Cortes, viajó a España, polemizó con teólogos, se hizo oír de los Reyes, escribió y publicó libros sin que nadie le entendiera que las “encomiendas” eran seres vivos, degradados, embrutecidos.
Las Nuevas Leyes de las Indias, otro telón encubridor, solo sirvieron para que los gobernantes y gobernados del Rey, proclamaran a los cuatro vientos que serían acatadas pero no cumplidas.
Entre las siete impugnaciones que hizo el Padre de las Casas al consejo de Indias, decían: … “La quinta, que el Rey, nuestro señor, que Dios prospere y guarde, con todo el poder que Dios le dio, no puede justificar las guerras y robos hechos a esta gente (indígenas de Américas) ni los dichos repartimientos o encomiendas, mas que justificar las guerras y robos que hacen los turcos al pueblo cristiano”…1
Los defensores del Rey y del sistema esclavista le rebatían con no menos inquina. A la corte llega un libelo anónimo procedente del Valle de Yucay, Perú (1571) titulado “Carta donde se trata del verdadero y legítimo dominio de los reyes de España sobre el Perú”, en que se rechaza la opinión del fraile:
“…Debajo de un buen celo (hay quienes) procuren dar a estos indios títulos y cosas que no son suyas, porque Dios no se las quiso dar ni les conviene (…) porque son realmente mejores para ser gobernados”.
“…Ha sido sutileza del demonio para hacer los daños arriba dichos, y así tomó por instrumento a un hombre religioso y al parecer de buen celo, pero engañado y mal plático y poco discreto, como se ha visto de esto de la publicación de sus libros y en las trazas y modos que se dio a su majestad del gobierno de esta tierra cuando Blancos Núñez vino”2
La discusión se va a extender a todo lo largo del siglo XVI, XVII, XVIII y XIX acentuándose cada vez mas en la medida en que Europa, enfrenta a la agudización del cisma religioso, a la revolución fabril y a las luchas de la burguesía contra los regímenes monárquicos, hace de la libertad, igualdad y fraternidad universales los principios de la nueva relación entre los Estados y los hombres.
Dolorosamente lo único comprensible en los repetidos reclamos del fraile fue una insinuación, escapada a despecho pero llena de profunda significación para los comerciantes: Intensificar el tráfico esclavista con el empleo de africanos para aliviar las cargas de los pobres indios. Fue escuchado y aplaudido. Su voz
1 HANKE, Lewis “Bartolomé de las Casas”. Ediciones Tercer Mundo. Bogotá 1965
2 OP. Cit.
acusatoria, temida, al menos servía para justificar el nuevo rumbo que tomaba la creciente explotación de los nativos y las riquezas de las colonias.
* * *
“…Bajo el sistema colonial –escribió Marx- prosperaban como planta en estufa el comercio y la navegación. Las “Sociedades Monopolia” (Lutero) eran poderosas palancas de concentración de capitales. Las colonias brindaban a las nuevas manufacturas, que brotaban por todas partes, mercados para sus productos y una acumulación de capital intensificada gracias al régimen del monopolio. El botín conquistado fuera de Europa mediante el saqueo descarado, la esclavización y la matanza, refluía a la metrópoli para convertirse aquí en capital”3
Aún hubo voces entre los enciclopedistas –Montesquiev, Voltaire, Diderot-, abanderados del libre examen, la libertad y la justicia, que recurrieron al argumento falaz de asociarse al negocio negrero, alegando que era una forma de asegurar mejor vida y trato a los esclavos “liberados” del yugo de asesinos y tiránicos reyezuelos africanos. ¿Sería posible que tales libres pensadores desconocieran la mortandad en las bodegas pestilentes de los barcos negreros? Lo dudamos, pues era de público conocimiento las concesiones que hacían los reyes a los comerciantes de esclavos para que introdujeran libres de impuestos hasta el 20% de las piezas de Indias para suplir la merma sufrida en la travesía.4
Los defensores del tráfico negro no podían desconocer la práctica de marcar a los seres humanos con carimbas al fuego vivo; los rebenques con perdigones de plomo y garfios de hierro en las puntas; las máscaras y abrebocas de acero con los que los negreros atormentaban a los esclavos rebeldes. ¿Nunca se informarían de las costumbres de los capitanes negreros de arrojar en altamar a
3 MARX, Carlos. “el capital”. Vol. Fondo de cultura económica. México. 1974
4 AGUIRRE BELTRAN, Gonzalo. “La población negra de México”. Fondo de cultura económica México. 1972.
los esclavos enfermos para impedir que cundieran las epidemias del resto del cargamento?
Thomas Clarkson y William Wilberforce llevados por sus sinceros sentimientos cristianos, denunciaron ante el Parlamento Inglés y la conciencia de los europeos de otras ciudades de la trata humana en África y América, pero cuyas raíces estaban en el propio seno de la sociedad que se llamaba cristiana. El puerto de Liverpool se había convertido en nido universal de la ignominia. William Howitt clamaba:
“Los actos de barbarie y desalmada crueldad cometidos por la raza que se llamaba cristiana en todas las partes del mundo y contra todos los pueblos que pudieran subyugar, no encuentran antecedentes en ninguna época de la historia universal, ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por despiadada y sínica que ella sea”5
Portugueses, españoles, holandeses, ingleses, franceses, norteamericanos, rivalizaban por diezmar a los indígenas que se oponían a la conquista de sus tierras y naciones. Los más rebeldes –Caribes y Pieles Rojas- fueron casi exterminados. Para excusar las derrotas que sufrían los expedicionarios europeos a manos de los valientes nativos, se levantó la “leyenda negra” de la antropología, la barbarie, la costumbre de engordar a los prisioneros para luego devorarlos, calumnias psicológicas de la época con las cuales los colonizadores pretendían amparar sus crímenes, tanto más inexcusables cuanto se llamaban a sí mismo cristianos y civilizados.
A los argumentos de barbarie para justificar la destrucción física del negro y del indio se sumaron los metafísicos tendientes a tranquilizar la conciencia “cristiana”, arguyendo que Dios quien había hecho al hombre a su imagen y semejanza no les había dado alma:
5 HOWITT, William. “Colonization and Christianity. A popular history of the Treatmen of the natives by Europans in all their colonies”. Londres. 1838.
No deja de ser característico para los negros que su conciencia no esta vinculada con la consideración de cualquier definición objetiva, como por ejemplo, Dios, la Ley, a la que puede adherirse la voluntad del hombre y en la cual es posible alcanzar la intuición de la propia esencia… El negro representa el hombre natural en su plena barbarie y desenfreno: para comprenderlos hemos de renunciar a todas nuestras instituciones europeas. No debemos pensar ni en un Dios espiritual ni en una ley moral: hemos de abstraernos de cualquier espíritu de reverencia y de moralidad, de todo cuanto se llama sentimiento, si queremos aprender exactamente su naturaleza. De hecho, todo esto atañe directamente al hombre: “en su carácter no es posible encontrar nada que tenga un rasgo humano”. Por tanto no podemos identificarnos, realmente, con el sentimiento, con su naturaleza, de la misma manera que no podemos identificarnos con la de un perro o con la del griego que se arrodilla ante la imagen de Zeus (…)6
Con estos sofismas pretendía Friederich Hegel justificar ante sus alumnos de la universidad de Berlín el genocidio que se cometía contra los negros africanos. ¿No es correcto afirmar que en este razonamiento se enraíza el credo nazista de la supremacía blanca?
Pero ya desde el principio del siglo XVI hubo otras actitudes paternalistas que en el fondo eran igualmente negatorias de la igualdad humana. Las leyes de India dictadas por la Reina Isabel la Católica, prohibían esclavizar a los indígenas y someterlos a tormentos por inquisición, pero les dejaron el buen recaudo de los señores encomenderos al considerarlos menores de edad ante la ley, (léase inocentes, nobles, dulces). Por lo tanto, desde entonces hasta hoy, al menos en nuestra democrática legislación colombiana, incapacitados de acudir, defenderse, apelar o acusar de motu propio ante juez de la nación.
ES PERTINENTE, A ESTAS ALTURAS, VER ESTE VIDEO CON EL ESCRITOR URUGUAYO EDUARDO GALEANO, QUE DOCUMENTA EN GRAN FORMA EL SAQUEO HASTA NUESTROS TIEMPOS.
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